Desde hace dos años, Abel lleva trabajando en una serie de copas alegóricas, en las que ha vertido variados elementos como «símbolos de cultura popular e imaginario colectivo: personajes relacionados a la política o a la historia», explica. Calcula que su expo la compondrán unas quince esculturas de resina, además de colocar en anaqueles ciertos elementos de forma individual. Dos de las copas ya habían sido expuestas en abril de 2024 en la Feria de Arte Horizontal, en el Museo Amano de Miraflores.
Su idea es transformar las gigantes copas barrocas que forman parte de las entradas de los edificios o salones importantes de una ciudad, y que en la antigüedad proyectaban opulencia y riqueza. Como gran profanador y cachinero del arte, Abel ha ensamblado en sus vasijas objetos variados que ha ido encontrando a lo largo del tiempo y que forman parte de su colección: entre ellos, bustos de presidentes, souvenirs de museos, personajes animados de Disney.
En líneas generales, sus copas ‘brindan’ por lo que él llama «la decadencia de la sociedad contemporánea». Le gusta abordar ese tema de manera irónica y mezclarlo con temáticas relacionadas al arte, al buen gusto, el pasado y la identidad. Y claro, política internacional.

Abel Bentín se encuentra trabajando en su próxima exposición, formada por unas quince esculturas de resina.
¿Cómo fue el proceso?
Es la primera vez que estoy trabajando un tipo de pieza que proviene de un proceso complejo. Primero he tenido que encontrar los elementos, ya sea en anticuarios, en internet o cachineando. Luego, para generar simetrías, debí sacar moldes y reproducir esas piezas para, al final, armar estas copas.
¿Qué tan hoarder eres?
(Risas). Me he moderado con el tiempo. Yo siempre he sido muy recolector de cosas que me llamen la atención, de todo tipo, sin ningún real sentido. Colecciono, o junto, sobre todo, cosas retro o vintage, como juguetes antiguos, elementos de coctelería. Yo ya tenía los bustos de presidentes y de héroes históricos antes de comenzar este proyecto de las copas.
Dijiste alguna vez que tu trabajo refleja ‘el mal gusto de la burguesía peruana’.
Diría que me gusta jugar con el concepto del buen y el mal gusto. Se utiliza el término ‘buen gusto’ para encasillar a las personas o las obras que nos tienen que parecer de mejor nivel. Para mí eso es relativo. No hay ‘un’ buen gusto’. Hay estéticas para todos.
Si te digo ‘huachafería’, ¿qué se te viene a la mente?
Es una palabra que nunca he sentido como peyorativa (risas).
Es un proceso que demanda más paciencia de mi parte, porque a las piezas las dejo madurar.

“Para mí, el ‘buen gusto’ es relativo. No hay ‘un’ buen gusto’. Hay estéticas para todos”.