Por Gustavo Reyna
La firma de Stuttgart ha marcado un antes y un después en su historia con la presentación de la octava generación del Porsche 911.
El protagonista de esta revolución es el Porsche 911 Carrera GTS T-Hybrid , que incorpora un motor eléctrico ingeniosamente integrado en la caja de cambios, un turbo eléctrico y una batería compacta situada en la parte delantera del vehículo, todo ello diseñado con una premisa clara: mantener el icónico balance dinámico del 911. Y lo lograron. Los ingenieros alemanes que mantuvieron el peso por debajo de los 1,600 kg, lo que permite una aceleración de 0 a 100 km/h en tan solo tres segundos.
Para conocer de cerca esta innovación, el equipo de prensa de Porsche LATAM nos convocó en un evento exclusivo en el México Drive Resort, un circuito privado a las afueras de Ciudad de México. Allí, frente a una decena de unidades del nuevo 911 en sus distintas versiones, fuimos testigos del minucioso trabajo detrás de esta evolución.
Tras una presentación técnica en la que se desglosaron las mejoras de ambas versiones, llegó el momento de experimentar lo que se había prometido: el vértigo. El recorrido nos llevó por 120 kilómetros de carretera hasta Hacienda Cantalagua, donde aprovechamos para hacer las primeras anotaciones con los autos estacionados, mientras disfrutábamos de un merecido brunch.
Más tarde, al cambiar de versión y regresar al circuito, pudimos comprobar la versatilidad sorprendente del nuevo 911: dócil en ciudad, ágil y deportivo por encima de las 4,000 rpm, y con un sistema de gestión electrónica que parece anticiparse a nuestras intenciones, ajustando el comportamiento del vehículo entre un modo relajado, uno entusiasta y otro absolutamente explosivo.
Pero la experiencia alcanzó su punto máximo en pista. Un 911 en circuito es como Disneylandia para los entusiastas: la prueba de aceleración y frenado fue casi irreal. El sistema de tracción distribuye los más de 500 caballos de fuerza con una precisión quirúrgica, y los frenos —con calipers de 10 pistones y discos ventilados— logran detener el auto en distancias tan cortas que desafían la lógica.
Con el circuito completamente abierto, las vueltas con el 911 Carrera GTS se convirtieron en una experiencia casi celestial: acelera, frena, dobla y ruge como los dioses. Cada giro era una declaración de ingeniería, diseño y emoción. Y aunque no queríamos que el evento terminara, llegó la hora de devolver las llaves. Lo confieso: aún siento un vacío por aquella despedida.
Porsche lo ha vuelto a hacer. Tomó un ícono ya perfecto y lo llevó más allá. El 911 híbrido no solo cumple: enamora, emociona y establece un nuevo estándar en la historia del automovilismo.
