Doménica toma el dermógrafo como si fuera un lápiz; su lienzo es un rostro. Dibuja con maestría líneas finas que se confundirán con los pelos de una ceja, genera curvas, sinergia y vitalidad. Es una artista de la belleza y así son sus sesiones de micropigmentación, tipo de maquillaje semipermanente del que ella es experta.
«He perfeccionado mi técnica y mis trazos hacia un estilo hiperreal, que ópticamente luzca natural», dice. Lo del hiperrealismo evoca a movimiento pictórico, pero es real. La micropigmentación es como tatuar, pero sin ser tan invasiva (es superficial y no tan profunda)
«No usamos tinta sino pigmentos con ingredientes vegetales y naturales”, advierte. Se usa en cejas, labios y ojos. «Y es una técnica no solo estética, también es paramédica: se usa para restructurar aureolas mamarias en casos de cáncer», cuenta.
Dice que desde niña le gustó trabajar en el rubro de belleza, pero su madre la matriculó a estudiar comunicaciones hasta que dijo: «no es mi feeling». Confió en su voz interior y tomó clases para ejercer como esteticista o cosmiatra, cursos de makeup, hasta que arribó al maquillaje semipermanente en el Phi Academy, instituto de Branko Babic, el padre del microblading hiperrealista de las cejas.
Hoy por hoy, Doménica tiene tres centros y este año abrirá dos (donde también ven cuidado del cabello y uñas) además implementará un área de capacitación para formar más artistas en la materia.
«Esto no es solo un negocio de belleza. Es mi pasión y está hecho con amor», apunta.
Doménica, la artista de la belleza, crea obras hiperrealistas con micropigmentación.
