Tras su paso por el Miss Perú 2023, ubicada entre las cinco mejores, Alexandra decidió independizarse y crecer. Le dijo a su mamá que dejaría la casa, rumbo a Miami, donde tenía ofertas en el modelaje. «Mis padres entendieron», afirma. Su mamá dejó Francia a los diecisiete y el señor Balarezo se fue de Perú a los veintiuno. Sabían de emancipaciones.
El mundo es su pasarela: Alexandra, entre Miami y Madrid, fusiona modelaje y amor por viajar. Con raíces en tres continentes, Alexandra Balarezo rompe estereotipos y promueve la bondad a nivel mundial.
Ahora vive entre Miami y Madrid. A veces en Lima. «Tengo una agente en Estados Unidos y gracias a mi profe del comunicación del Miss Perú también salieron contactos con marcas en España», refiere. Ambas ciudades ya las conocía bien. Sus padres tienen un depa en Miami y la cuarentena de la pandemia la encerró en Madrid por cuatro meses.
Realiza sus dos cosas favoritas: modelar y viajar. Nació en Montreal, Canadá. «Si quería ver a mis abuelos tenía que viajar a Perú o a Francia», recuerda. A los quince años recién residió en Lima de forma permanente, donde terminó la secundaria. Cursó administración y hotelería en la universidad, profesión que le permitiría rodar por el mundo. «Lo gracioso es que ahora que viajo gracias al modelaje», dice. Residir afuera también es un respiro. No le agrada estar en boca de todos. «No soy parte de la farándula —asegura —, pero consideraban que sí por el simple hecho de tener un romance con alguien famoso».
«No soy parte de la farándula, pero consideraban que sí por el simple hecho de tener un romance con alguien famoso».
Es parte de la Fundación BIK, cuya misión es educar en la bondad a los niños y eliminar casos de bullying. «Yo pasé por ello», cuenta. En la escuela en Canadá la molestaban por su contextura y en Lima por su acento y su español incipiente. Ahora habla peruano con maestría. «Cada quién es diferente a su manera y debe abrazar su singularidad», puntualiza.