"El mundo ha cambiado mucho, no solo de fondo sino de forma", reflexiona Fito Espinosa sobre la evolución del arte y su difusión. Antes, los artistas dependían de centros de poder, galerías, críticos y prensa para alcanzar al público. Hoy en día, las posibilidades se han diversificado. Sin embargo, esta transformación genera debates: “Algunos dirán que vivimos en la inmediatez, que ya no se profundiza, que el arte se ha convertido en lo banal y lo comercial. Pero antes el arte era para muy poca gente”.
A finales de los años 90, la información sobre el arte contemporáneo era limitada. "Si no tenías dinero, no podías viajar", recuerda. Fue solo tras ganar un concurso de la embajada de Francia que tuvo la oportunidad de conocer de cerca otras corrientes artísticas en París, donde vio instalaciones, videoarte y nuevas formas de expresión. Aquella experiencia lo llevó a una encrucijada: “O me convertía en un artista contemporáneo o hacía lo mío”. Su decisión fue clara: seguir su instinto y crear sin buscar validaciones externas.

En un momento sintió que su arte ya no lo representaba. "Me partí en dos", dice. La crisis lo llevó a trabajar en la idea de El hombre dividido, una serie expuesta en el 2000, donde exploró su propio conflicto creativo. "Decidí que haría lo que se me antojara, sin pensar en la validación de nadie".
Su viaje a Francia reforzó esa convicción. Al mostrar su portafolio, los críticos lo miraban como si viniera "de las cavernas". No encontraba su lugar en el arte conceptual extremo ni en las instalaciones que presenciaba. "Fue una confirmación: haz lo que realmente quieres".

Su acercamiento a la ilustración fue natural. "Cuando tenía 15 años, los libros ilustrados fueron lo más accesible", recuerda. Aunque la pintura académica lo alejó de ese camino, finalmente encontró un punto de convergencia: "Comencé a pintar como ilustrador, y así mis imágenes se transformaron en historias".
Actualmente, su vida es un equilibrio entre la creatividad y la gestión de su propio espacio artístico. "Tengo un café, una galería y mi taller, además de encargos y proyectos personales", explica. Con tres hijos y una agenda apretada, encontrar tiempo para la inspiración es un reto. "A veces no es un bloqueo creativo, sino falta de tiempo". Para contrarrestarlo, busca momentos de soledad y desconexión.